13.4.12

Para leer: un poco de todo y más (?)



Acá estamos, de regreso de las vacaciones. Todavía no pudimos retomar la recorrida de bares, pero les debía unos cuantos post sobre libros. Como tuve unas vacaciones muy leídas (?), voy a hablar poco de algunas cosas que leí y que me parece que no se pueden perder.

Trilogía involuntaria, de Mario Levrero
Mario Levrero era uruguayo. Escribió La ciudad, Paris y El lugar sin pensarlos como trilogía, pero al final se dio cuenta de que eran un poco parte de lo mismo. De los tres, el que se me hizo más cuesta arriba fue Paris, que es el único que no está dividido en capítulos. Se ve que necesito los capítulos para respirar (?). Algunos comparan a Levrero con Cortázar, con Onetti, con Felisberto Hernández diría yo, incluso. Si se cruzan con algo suyo, no lo dejen pasar. Y no lo tengan miedo a la trilogía, que está a muy buen precio.

El núcleo del disturbio, de Samanta Schweblin
Maravilloso. El núcleo del disturbio es el primer libro de cuentos de Schweblin. Yo ya había leído los que aparecen acá y cuando encontré el libro concreto en la librería, no lo dudé. Si les gustan los relatos ligeramente perturbadores y absolutamente precisos, necesitan leerlo.

Muñecas, de Ariel Magnus
Esta fue, en realidad, una relectura casi obligada, porque al subir al avión de regreso, ya había leído todo lo que me había llevado. Muñecas es un libro de relectura no defraudatoria. No sé si a ustedes les pasa, pero a veces leo cosas que me parecen geniales y, cuando intento releerlas tiempo después, no me causan la misma impresión (cuestión que destruye, además, la sensación primera). No fue este el caso. Muy bien narrada, Muñecas es una novela corta, de esas que no te dejan soltarla hasta el final y se consigue, incluso, en las mesas de ofertas. Busquen que vale la pena.

Claus y Lucas, de Ágota Kristoff
Bajo el nombre de Claus y Lucas, se han editado tres novelas de esta escritora húngara. Las dos primeras (El gran cuaderno, La prueba) se consiguen en formato epub; la tercera (La tercera mentira) no (al menos, yo no la encontré), pero sí hay una versión en pdf que incluye a las tres. No quiero fomentar con esto la lectura electrónica (?) pero el hecho de no haberlas visto jamás en las librerías no debería ser un obstáculo para leerlas. Entonces. Pueden leerse, como las de Levrero, separadas, pero en este caso, recomiendo con un fervor que hace mucho no sentía la lectura de las tres, al hilo, si es posible.

Es todo por hoy. La próxima, descubriremos algún otro bar rosarino. Tenemos una larga lista de lugares a visitar, así que esperen ahí, que ya venimos (?).