26.6.12

#7. Chavela


Zeballos y Ayacucho (sí, la esquina), a tres cuadras del Parque Urquiza. Traspasamos la puerta de entrada y suena Ana Prada. Ya nos caen bien, pensamos. Tendrían que, por ejemplo, escupirnos el café frente a nuestros ojos para que nos retiráramos ofuscadas. Elegimos una mesa y nos sentamos (en las sillas, no en las mesas, claro está). Unos segundos después, nos dejan las cartas. Pulgares arriba para la atención.



Yo me atrevería a decir que Chavela es EL bar para leer. A simple vista, el espacio se divide, básicamente, en dos áreas: una con mesas y sillas típicas de bar y otra, con sillones, pufs y mesas ratonas en la que hay una biblioteca-escalera (?), repleta de libros que están allí, precisamente, para ser leídos por los clientes (leídos, eh, no sean desubicados y devuélvanlos antes de irse). Más tarde, descubrimos que hay un tercer espacio, habilitado para dar charlas o talleres que, de hecho, tienen lugar allí algunos días por semana.



La atención es muy amable, del tipo que se anticipa a las posibles necesidades que uno tenga dependiendo de dónde se haya sentado (más luz, más calefacción, etcétera). Nosotras fuimos por lo clásico y pedimos dos cafés en jarrita, dos medialunas y un alfajor de maicena ($40). Si bien las medialunas estaban ricas y el café bien hecho, el alfajor de maicena se llevó todos los premios. Sin embargo, también podríamos haber pedido una mateada ($15), opción que no nos habían ofrecido hasta el momento en ninguno de los bares que reseñamos. La carta incluye asimismo un menú ejecutivo a $38 y una variedad aceptable de posibilidades para la hora del almuerzo.




Como no está atestado de gente y tampoco está en pleno centro, Chavela es el lugar ideal para sentarse unas cuantas horas a leer, a estudiar, a escribir o, simplemente, a charlar. Si van a charlar, vayan con alguien más porque el bar no es súper enorme y si hablan mucho solos, se va a notar.  Entonces: buena música, excelente ambiente, cosas ricas, atención amable, sillones y libros para leer. ¿Qué más pueden pedir en la vida? Ya sé, un montón de cosas. Pero vayamos por partes, por la pequeña felicidad de cada día. Vayan a Chavela y después nos cuentan: es uno de esos lugares a los que uno necesita volver. Así de simple.



Llamado a la solidaridad
Como habrán visto los asiduos lectores de este blog, salvo por algún caso en particular, hemos reseñado bares preciosos, de los que sólo hay cosas buenas para decir. Y creemos que esto no puede seguir así. Así que, por favor, si conocen algún bar espantoso en el que la hayan pasado muy mal en la ciudad de Rosario, este es el espacio para realizar su queja: nos dejan un comentario indicando a dónde debemos ir y nosotras nos encargaremos de hacer justicia (?). Desde ya, muchas gracias.