19.10.12

#11. Punto, mercado holístico


No todo es merendar en la vida. También el almuerzo puede ser un buen momento del día para hacer una pausa y leer algo mientras se alimenta el cuerpo. Con esa idea, nos encontramos en Punto (San Lorenzo y Pueyrredón), el último descubrimiento gastronómico (?) de Georgina


Instalado en una casona antigua, Punto funciona como almacén de alimentos naturales, restaurante o cafetería y espacio de arte. Las seis mesas en las que se puede comer in situ casi aseguran un ambiente tranquilo, ideal para leer (salvo que tengas la suerte de que justo, justo haya niños correteando sobre los pisos de madera, pero es un detalle nomás: ningún correteo puede durar eternamente). La música es adecuada y el ambiente, muy luminoso. La atención, muy amable.


Pedimos un menú del día (timbal agridulce de mijo con ensalada y verduras salteadas, $35) y un sándwich en pan árabe (rúcula, tomates deshidratados, queso de cabra o tofu, aceitunas negras y mayonesa de zanahoria, $38). Ambos acompañados con agua de frutas (una perfecta mezcla de manzana, limón, anís estrellado y alguna cosa más que no recuerdo). Yo no soy súper fanática de estas bebidas, pero pasó ampliamente la prueba de mi quisquilloso (?) paladar.


Más tarde, pedimos dos cafés ($9 cada uno) y, para probar, una porción de budín de zanahorias vegano ($15) y una cookie de avena con chips de chocolate ($4). El menú del día gozó de la total aceptación de quien lo ingirió y el sándwich estaba buenísimo. Nunca había probado el budín vegano: también pasó la prueba, a pesar de que las pasas de uva rubias no son algo que yo vaya a comer voluntariamente con alegría. Gastamos, entonces, unos $60 por persona entre almuerzo y merienda temprana, así que podríamos afirmar que se puede comer sano y rico por un precio razonable.


Cuando los otros clientes fueron retirándose, el ambiente pasó de bueno, agradable para leer a ideal. Suma tranquilidad, ninguna molestia, ni siquiera del exterior. Además de poder comer allí, uno puede adquirir los productos del menú para llevar, además de semillas, cereales, panes, pastas, etcétera. 
Punto fue una experiencia distinta, sumamente recomendable, de esas para repetir y convertir en rutinas. Si andan por Rosario, vayan y prueben; no se van a arrepentir. 



PD: el ingrediente del agua de frutas que faltaba: canela.

14.10.12

#10. D’O, pátisserie et café


Viernes, 17:30. Nos acercamos al local de Paraguay 621 sin saber si d’o iba a ser un buen bar para leer, pero con la intuición de que, al menos, íbamos a comer cosas ricas. Ya a las 17:45 tuvimos la certeza: d’o no es un buen lugar para leer. Alguno dirá: “A vos sola se te ocurre leer un viernes a esa hora en un lugar con todas las mesas ocupadas por señoras que se reúnen a tomar el té”. Es cierto, digo yo, quizás no era el mejor horario pero la hora pico es fundamental (?): cualquier bar es bueno para leer si está vacío. La prueba de fuego es la hora pico y d’o no la aprobó. La acústica es tan mala que escuchábamos con más claridad las conversaciones de las mesas vecinas que nuestros propios pensamientos.


No obstante ello, nos quedamos porque era nuestro deber moral (?) sacrificarnos (?) por nuestros lectores. Al margen del ruido aturdidor de neuronas, la ambientación en blancos y lilas del local es muy agradable y la carta era altamente prometedora. Esta vez, elegimos probar el servicio de té inglés ($53 por persona) pero si hubiéramos realizado nuestros pedidos más o menos habituales, hubiéramos gastado lo mismo que hemos gastado en otros lugares. Los precios, entonces, son adecuados y no absurdamente ridículos como pueden serlo en esa clase de lugares.



El servicio de té permite elegir un blend de té por persona y ofrece casi todas las especialidades de la casa: mini macarons, mini lemon pies, mini cheese cakes y mini sándwiches. El punto fuerte de d’o es claramente la pátisserie. Decir que todo es delicioso e impecable es poco. Para que el servicio de té fuera, desde mi perspectiva, perfecto, los blends de té deberían ofrecerse en hebras y no en saquitos. Fuera de eso (y si uno no es tan obsesivo), es absolutamente recomendable. Como es posible, además, adquirir los productos para llevar, debo decir que las tartas de coco y la toffee son deliciosas (las mini tartas, entre $20 y $25) y Georgina afirma que la mini torta galesa es también muy recomendable. 


La atención, en principio, nos pareció un poco floja. Correcta, pero floja. Sin embargo, cuando la presión de la hora pico fue amainando y el mozo pudo respirar, de floja pasó a amable. Al mismo tiempo, el personal de “detrás del mostrador” es sumamente agradable y atento y la presentación es adecuada a la delicadeza de los productos. 


Entonces, d’o no es un buen lugar para leer por las tardes (quizás lo sea en otros horarios), pero es un excelente lugar para darle un festín al paladar. A veces, con eso es suficiente.