19.7.13

#19. Paseo Mayor


A ningún bar le hemos dado tantas oportunidades como al que, finalmente, hoy nos ocupa. Normalmente, escribo las reseñas con la impresión que nos causa un lugar la primera vez que vamos. El post de hoy es una excepción. Hace por lo menos dos años que vamos, con cierta regularidad, a Paseo Mayor (Galería Paseo Peatonal, Mitre entre Rioja y Córdoba). “¿Tan bueno es ese lugar?”, se estarán preguntando. La respuesta es no. Ni la oferta gastronómica ni la de cafetería es tan, tan buena como para que uno vaya con una frecuencia considerable. Tampoco es mala; uno encuentra en Paseo Mayor más o menos lo mismo que en cualquier otro lugar de similares características y la atención (aunque ha mejorado bastante este último año) tampoco es un paradigma de eficiencia. Hemos esperado hasta echar raíces un simple sándwich o un alfajor de maicena, se han olvidado de nuestros pedidos, nos han movido de mesa arguyendo razones inverosímiles. Pero seguimos yendo, por una única y vil (?) razón: Paseo Mayor tiene una suerte de “patio de fumadores” que nos evita todas las incomodidades de la intemperie a la que quedamos libradas en la mayor parte de los bares.


Compartimos un tostado de jamón cocido, queso y tomate, pedimos dos gaseosas y luego, hicimos dos rondas de café americano con dos brownies. Gastamos 148 pesos. Esta vez, como si la moza hubiera adivinado telepáticamente nuestra intención de reseñarlos de una vez por todas, la atención fue eficiente y bastante amable. Hemos notado, en este sentido, que la atención al mediodía y/o a primera hora de la tarde es mejor que después de las 17:00. Será el cansancio de la jornada el que se nota al anochecer, quién sabe.
Paseo Mayor es uno de los pocos lugares en los que uno puede sentarse a leer, a estudiar, pedir un café y fumar sin tener que estar sentado en la vereda y sin depender de las inclemencias climáticas. Aunque siempre suele haber mucha gente, las dimensiones de la galería dispersan los ruidos. Adentro, probablemente, no sea tan así. Entonces, creemos que es un buen bar para leer si y solo si sos fumador. Y si no tenés una irracional aversión a los pájaros que, en grupos, se disputan la conquista de los sobres de azúcar (espectáculo muy lindo para ver si no sos fóbico, claro está). Si no, hay muchos otros lugares más lindos, más cómodos y con ofertas gastronómicas más interesantes a mejor precio.
Si van, no olviden mirar el pintoresco (?) cartel en el baño de damas que solicita, además de mantener limpio ese espacio, “no hacer en el aire”. La literalidad al palo.

5.7.13

#18. Havanna [Bares en Mar del Plata]

Estar en Mar del Plata y no ir al Havanna-padre de todos los Havannas es imperdonable (?). Llegamos a la esquina de Brandsen y Peralta Ramos buscando un remanso para el viento que venía azotándonos desde hacía días.


La primera impresión es que no es un buen lugar para leer: los ruidos, el amarillo estridente, las sillas incómodas, las mesas pequeñas. Pero, sobre todo, los ruidos infernales.



La oferta es la misma que en cualquier otro local de Havanna. Al café clásico, se le suman las variantes starbuckenses autóctonas con los mismos problemas: si piden, por ejemplo, el Vainilla Latte, la espuma no se va; queda para siempre en el fondo del vaso y nos obliga a preguntas existenciales (?) del tipo “pero qué acabo de introducir en mi organismo”. El precio que se paga por querer innovar. Quienes pidieron el capuccino clásico y el café doble no tuvieron ese problemita, así que todavía hay esperanza.


La atención es normal, tirando a desganada. Los precios, un poco exagerados en relación con el servicio como suele suceder en los lugares en los que uno paga, en realidad, por la marca. Lo único que alivia entre tanta estridencia amarilla es saber que el mar ruge ahí nomás, del otro lado de la calle, y que un bocado del alfajor de nuez provoca un pico de hiperglucemia que hará que te olvides de todo.


Mar del Plata se caracteriza (?) por ser una ciudad llena de cafeterías preciosas. Havanna no parece ser una de ellas, quizás, porque se han dejado ganar por la estandarización. Vayan si les da nostalgia y necesitan paladear sabores conocidos. Nosotros, por aquí, no vamos a volver.

1.7.13

#17. El cóndor [Bares en Mar del Plata]

Llegamos a El cóndor (San Luis 2302, Mar del Plata) después del mediodía. El batallón de mozos y mozas que todavía deambula por el local nos hace pensar que el almuerzo ha sido atareado. En media hora, apenas quedarán dos o tres. Llegamos en el momento preciso en el que El cóndor nos muestra que es un buen lugar para leer. A través de las ventanas, los verdes de la plaza Mitre brillan al sol.


La oferta de pastelería y café es tentadora, pero nosotros almorzamos. Y muy bien. La atención es amable; los precios, adecuados a la oferta. Disculparán que no recuerde exactamente cuánto gastamos (cosas que suceden cuando uno no paga). 


De a poco, las mesas que el fin del almuerzo había dejado vacías fueron poblándose nuevamente. Muchas señoras ocuparon las mesas en contraste con el ambiente modernoso. Parecería, entonces, que el público es variado.

Afuera, en las mesas de la vereda, algunos apuran sus cafés, hojean los diarios. Cuando se alejen, los pájaros se disputarán las migas sin vergüenza.
Si van a Mar del Plata, El cóndor puede ser un buen lugar para escapar de la arena y del calor. Vayan y nos cuentan.