13.8.12

#8. Moka, casa de café


Mañana rara la del viernes, el calor era demasiado pegajoso para agosto. De todas maneras, como notamos que julio vino complicado para las reseñas, nos fuimos hasta la esquina de Santiago y San Luis a visitar un bar que hacía rato que queríamos conocer.


La primera impresión fue que Moka no era un bar para leer. Casi todas las mesas estaban ocupadas; una máquina hacía un ruido infernal. Nos sentamos en la única mesa vacía y esperamos que nos trajeran la carta. El local es muy luminoso, gracias a las dos enormes vidrieras que ofician de paredes. Las mesas y las sillas son pequeñas, pero más cómodas de lo que parecen a simple vista. De todos modos, no son para pasar muchas horas apostados en ellas. El lugar, en líneas generales, es muy lindo. Para ganar espacio, hay un banco de madera lleno de almohadones en el que uno podría sentarse para leer un poco más cómodo (quizás, no lo probamos; si van y lo prueban, avisen).


Pedimos dos desayunos, que consistían en café con leche con dos medialunas cada uno ($13). La novedad, en este caso, fue que nos ofrecieran, además de las clásicas medialunas dulces o saladas, medialunas dulces con cascaritas de naranja. Gran acierto. Hasta ese momento, no habíamos llegado a determinar si Moka era un buen bar para leer, pero ya nos habían enamorado con sus medialunas originales (?), así que salvo que nos golpearan a la salida, la experiencia iba a ser positiva. Por supuesto, nadie nos golpeó (?) porque la atención es cordial sin ser exagerada.



Con el correr del tiempo y de la charla, no sólo las mesas empezaron a vaciarse sino que además notamos que la máquina que estaba haciendo ruido cuando llegamos se había llamado a silencio. En ese punto, Moka sí puede ser un bar para leer. Si está lleno, quizás no, pero esto más bien depende del sujeto lector y, probablemente, de lo que esté leyendo.


Vale la pena Moka. Nosotras sólo probamos esas medialunas, pero la carta está llena de delicatesen que merecen ser probadas –cosa que haremos en alguna otra ocasión. Que sea un bar para leer o no dependerá de la hora y del día, y de la cantidad de gente que vean ya desde afuera. Pero no dejen de ir. Los lugares lindos de Rosario merecen ser visitados. Este es uno de ellos.